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Algunos dirán que es melodrama y la tacharán de cursi, pero la película “El puente de Waterloo” (1940, con Vivien Leigh y Robert Taylor, dirección de Mervin LeRoy) es una de mis grandes favoritas.

En cuestiones de cine soy un heterodoxo, lo mismo que en otras cuestiones. La ortodoxia es opresiva; si te equivocas te mantiene en el error. La heterodoxia, en cambio, te permite dudar, y de la duda suele surgir al fin y al cabo la verdad.

Como soy heterodoxo soy libre, y puedo decir que “Citizen Kane” me gusta menos que “Sons of the desert”. El film de Orosn Welles es la solemnidad que apabulla; el del Gordo y el Flaco es el humor que nos aligera el alma.

Por lo que hace a la película que al principio dije, “El puente de Waterloo”, no puedo verla sin sentir un asomo de emoción. Preguntó alguien: “¿Quién que es no es romántico?”. Yo pregunto: “¿Quién que es no es un poco cursi?”. Yo lo soy, lo declaro sin tapujos, y pienso que la mayor cursilería es el temor a que te llamen cur…

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